Bilbao. 04/02/2015.-
Gabriel Mª Torres Amann. Abogado
Cuando a uno le ha engañado un banco, o así lo cree, vendiéndole algún producto financiero que no era el adecuado a su perfil de ahorrador, tiene ante sí un dilema. O bien protesta y se hace oír ante la entidad que ha cometido el atropello o ante el responsable institucional que ha estado ciego y sordo sin cumplir con su función, o bien se recluye en su casa y no hace nada, no vaya a ser que los amigos conozcan lo que ha sucedido y se le cuelgue el sambenito de tonto estafado.
La disyuntiva se va inclinando cada vez más por hacerse oír, por protestar, por alzar la voz para que el que le ha engañado sepa que nadie le va a callar, dejando claro que el que tendría que callar y ocultarse es el que ha cometido la tropelía.
Cada vez más afectados por la comercialización de productos financieros como las Preferentes o las AFS de Eroski o Fagor han alzado su voz, han salido a la calle y han protestado con fuerza recurriendo a concentraciones más o menos periódicas. En Bizkaia la asociación Bizkaiko Minduak es un claro ejemplo de constancia. Gracias a ellos se ha creado una conciencia entre la gente –y en los medios de comunicación que no han tenido más remedio que hacerse eco del atropello-, que ha favorecido el resultado de muchas sentencias judiciales que, cambiando los criterios que venían sosteniendo la mayoría de jueces, ha empezado a reconocerse la injusta situación en la que se han visto envueltos varios miles de ciudadanos.
Una forma peculiar de hacerse oír ha tenido lugar en el pueblo cántabro de Santoña donde La Caixa comercializó un buen número de Preferentes y de Aportaciones Subordinadas.
Los afectados protestaban ante las oficinas pero la Caja no les hacía mucho caso, así que decidieron subir un peldaño en sus reivindicaciones y comenzaron a seguir a los responsables desde su salida de las sucursales, acompañándoles hasta sus casas. La reacción de la entidad fue inmediata, cambiando a todo su personal afectado por otros nuevos que lo primero que dejaban claro a sus clientes, ante sus caras de incredibilidad, es que ellos no habían intervenido en el engaño porque no estuvieron allí cuando eso sucedió.
Como quiera que todo seguía igual, los afectados tuvieron la ocurrencia de pegar diariamente en la fachada de las entidades una esquela anunciando el fallecimiento de… Dª Honradez de la Banca, fallecida víctima del atropello de banqueros sin escrúpulos.
La esquela no deja de tener su gracia y su sorna y, aunque era eliminada de las fachadas, al día siguiente volvía a aparecer. Y así día tras día, mes tras mes.
Lo dicho. Hay quien agudiza el ingenio y así se lo reconocemos.