Bilbao. 30/04/2014.–
Que el delito de maltrato animal está poco penado en nuestro código, es un hecho que pocos parecen cuestionar y la reforma empieza a ser ya una exigencia popular.
Esta semana que viene tendrá lugar en Córdoba un juicio contra una mujer por arrojar a la calle a un gato y dos perros desde el tercer piso de su vivienda. No parece que fuera un descuido porque fueron tres, uno tras otro, los animales que fueron cayendo a la acera próxima a su casa. Uno de los perros, de raza galgo mestizo, sufrió una lesión medular aguda y pérdida de sensibilidad profunda, entre otras graves lesiones y, dada la irreversibilidad de las lesiones, se le hubo de practicar la eutanasia por los servicios veterinarios. Por estos hechos la Fiscalía pide al Juzgado de lo Penal nº 3 para la imputada una pena de cinco meses de prisión, castigo absolutamente insuficiente.
Esta terrible forma de actuar contra los animales domésticos no es algo anecdótico, sino que empieza a ser ya, desgraciadamente, una práctica habitual sin que los medios de comunicación lo reflejen en toda su dimensión.
Así, en Oviedo la Policía Nacional investiga desde ayer la denuncia de una mujer contra unos vecinos a los que acusa de tirar por la ventana a un precioso labrador de siete meses, que falleció en el acto rodeado de un gran charco de sangre. Al parecer a los denunciados les molestaban los ruidos que venía causando el animal y optaron por la solución más rápida.
Otra ciudad con hechos similares es Ciudad Real, donde la Policía Local instruye diligencias por el fallecimiento el pasado 29 de marzo de un perro arrojado desde la ventana de un cuarto piso de la barriada de Nuestra Sª de los Ángeles, después de una fuerte discusión entre vecinos. El pobre animal, que según testigos estuvo sujeto con las patas al poyete de la ventana durante un tiempo hasta que ya no aguantó más y cayó, quedó tumbado y moribundo en la acera (tal y como figura en la foto superior) y los servicios veterinarios no pudieron hacer ya nada. La protectora de animales “La Bienvenida” se ha personado en las actuaciones como acusación.
El pasado año tuvimos noticias de la condena a un joven, Antonio G.P., a tres meses de cárcel por el Juzgado de lo Penal nº 2 de Cáceres por arrojar a finales de junio a “Homer”, un precioso y pequeño bulldog francés (abajo publicamos su foto) desde la ventana de un sexto piso ocupado por su exnovia, en un arrebato de celos que acabó pagando quien menos culpa tenía. La asociación “El Refugio” que se personó en las actuaciones, dejó solicitada pena de un año pero, una vez más, el magistrado resolvió conforme tenía pedido el ministerio público y la condena quedó resuelta en mínimos.
Aún suena reciente la actuación de una mujer de 44 años en la localidad valenciana de Alboraya que a finales del 2006 arrojó desde un octavo piso a su perro, un magnífico Beagle, tras asomarse al balcón y preguntar a unos obreros que trabajaban en una obra cercana si pasaba alguien. La actuación de esta delincuente fue aún más grave pues, tras arrojar a su perro al vacío, bajó a la calle, se metió en un bar próximo y se tomó un café ante la sorpresa e incredibilidad de los obreros que presenciaron toda la actuación. El único motivo que alegó la mujer cuando fue detenida por la Guardia Civil fue que “el animal estaba merodeando junto a sus piernas y le molestaba”.
La sensación que se tiene por parte de cuantos nos consideramos amigos de los animales es que existe una falta de conciencia e impunidad de todas estas actuaciones. Por muy duro que parezca decirlo, nadie duda de que quien daña a un perro, terminará dañando a uno de los suyos.
Las asociaciones vienen insistiendo en la necesidad de que hechos similares se denuncien y que la gente debe tener una mayor conciencia de la gravedad que supone el maltrato animal. Acudir a las manifestaciones que se convocan es un ejercicio de civismo que nadie debería ignorar.