Bilbao. 25/04/2014.-
La extendida costumbre española de echar azufre en las esquinas de los edificios, portales o lonjas para ahuyentar a los perros y evitar que levanten su pata, tiene los días contados ya que, además de constituir un peligro grave para personas y animales, puede llevar aparejada una fuerte sanción.
Diversas asociaciones protectoras de animales vienen avisando de esta peligrosa costumbre donde las Ordenanzas municipales lo prohíben y dan instrucciones muy concretas a sus seguidores sobre la forma de actuar cuando alguien se encuentre ante una esquina amarilla fosforita.
Así, en el blog «Contra la intolerancia canina y felina en España» (https://es-la.facebook.com/stopintoleranciaanimal) se insta a quien se encuentre con los polvos de azufre a sacar fotografías para constancia posterior y ponerlo en conocimiento rápidamente a la policía local, la cual deberá identificar al responsable para denunciarle o, en caso de no resultar conocido, proceder contra la Comunidad de Propietarios por un delito contra la Salud pública y, seguidamente, deben proceder a retirarlo dando aviso a los Servicios de limpieza. Los responsables de Salud ya saben que el azufre es indisoluble con el agua y al mezclarse con ésta reacciona y produce otros compuestos igual de tóxicos o más.
El Instituto de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid lo tiene expresamente recogido en la página web (http://www.madridsalud.es/temas/azufre_perros.pdf) donde señala que el azufre (nº CAS 7704-34-9) es una sustancia peligrosa que puede afectar a la salud cuando es inhalado, ingerido y/o por contacto por la piel. Así mismo informa que los efectos de la exposición pueden incluir ulceración de la piel, conjuntivitis, inflamación de la mucosa nasal, falta de respiración, asma y traqueobronquitis.
Se trata de un sólido altamente inflamable, pudiendo originar mezclas explosivas en contacto con el aire o con materiales oxidables. Debe evitarse su contacto con agua. Debe ser almacenado en frío, con ventilación adecuada, lejos de fuentes de ignición y de materiales oxidables. En todo caso, no existe evidencia científica del efecto de esta sustancia como repelente de los animales de compañía y en concreto de los perros, al efecto de evitar que se orinen en la fachada de los edificios, si bien existe una creencia popular muy expandida de dicho efecto.
Y es que los perros no son los únicos que se pueden ver afectados por el azufre. Cualquier otro animal que se sienta atraído por su colorido, como gatos o pájaros, podrán también morir envenenados. E incluso cualquier niño que, en la creencia de encontrarse ante algo «rico rico», puede llevárselo a la boca, en cuyo caso deberá ser llevado inmediatamente al médico de urgencias.